La
grabación técnicamente se desarrolló
sin dificultades. Aprovechamos los recursos que tenía
el estudio tanto en microfonía como en periféricos,
no muy abundantes en número de buena calidad. La
consola Angela Amek; magnetofón Studer A-820; microfonía
Newman y Akg con algunos micrófonos clásicos
de directo. La sala, sin grandes detalles, cubrió
sobradamente las necesidades que teníamos.
Montamos
un escenario y un pequeño aforo para el público
de la grabación. El resultado fue estupendo y la
gente del estudio -Pedro el ingeniero y Hammlet el asistente-
pasaron de un estado impersonal a tomar el proyecto como
suyo, disfrutando y aprendiendo de todo lo que ocurría.
Fueron dos días intensos de trabajo, 30 horas aproximadamente:
el primer día para preparar y grabar el concierto
y el segundo para la grabación de la canción
de Ruben Daniel.
Después
continuamos en Sonoland (Madrid). Transferimos toda la grabación
analógica a un formato digital tipo dash Sony 3324-S.
Mezclamos con nuestra Queen (Solid State Logic) que nos
dio los matices y la precisión necesaria para convertir
nuestra aventura en una realidad. Pero lo más importante
es que desde un principio el "destino" sabía
que los hombres y las máquinas estábamos unidos
por algo muy importante que es la música.".