Entrevista
por Juan Garrancho
-Lo
primero que me llama la atención es el largo tiempo que ha transcurrido
desde vuestro anterior disco en estudio, “La calle del sol”
(1995), hasta éste “El sueño de la tortuga”
(2004). ¿Por qué habéis tardado tanto en entrar de
nuevo en un estudio para grabar?.
Por haber estado en constante gira. Sin parar entre 1996 y 2001, primero
en Cuba y luego muy intensamente, en los EEUU. Hasta que en Los Angeles,
en mitad de una gira ese año último, decidimos regresar
a casa para aislarnos y trabajar lentamente en el nuevo disco “El
Sueño de la Tortuga”. Durante ese período, de todos
modos, grabamos tres discos en directo: “Noches con Sol” (en
Zaragoza, 1996), “A Mitad del Camino” (en Santiago de Cuba,
1998) y “Live in Chicago” (en Chicago, 1999).
Aunque creo que “A mitad del camino” (1998) puede considerarse
también disco de estudio. Fue grabado sobre un escenario, con público,
pero dentro de los estudios EGREM de Santiago. Contenía siete canciones
nuevas y cuatro versiones de canciones de anteriores discos completamente
transformadas.
-Creo que el tiempo que ha pasado ha merecido la pena porque habéis
conseguido un disco muy maduro, con melodías y composiciones muy
bellas que consiguen enganchar y gustar más y más a medida
que escuchas sucesivamente el disco. ¿Cuál es tu opinión
sobre el resultado final?.
Es el resultado soñado.
-No obstante, antes de ver el disco en la calle, habréis
pasado por algún que otro problema. Incluso ha habido cambios en
la formación. ¿Qué ha sido lo más difícil
cuando planteasteis la gestación de este nuevo disco?.
Lo mas duro fue que compañeros de toda una vida decidieran abandonar.
Pero, musicalmente, ha sido muy bueno para el grupo, para su evolución.
Los abandonos han sido siempre una cuestión de agotamiento de esta
forma de vida. A algunos no nos agota y a otros sí. Es normal.
-En una entrevista publicada hace ya mucho tiempo, leí
que una de tus manías era llevar siempre contigo tortugas (me imagino
que en colgantes o en figuras). ¿Tiene esto algo que ver con el
título del nuevo disco?.
La tortuga es un animal con el que siempre me he sentido muy identificado.
Pero, independientemente de esto, la interpretación del título
corresponde a quien escuche el disco. Para mí, el título
significa tantas cosas, me conduce a tantos lugares, momentos y sentimientos,
que podría emplear todo el espacio destinado a esta entrevista
para contártelo. Es como si las canciones fueran los capítulos
de un libro llamado “El sueño de la Tortuga”. El título
es el sentimiento con el que uno se queda cuando ha escuchado, tranquilamente,
el disco entero.
-Para la composición del disco os encerrasteis tres meses
en el Monasterio de Veruela. ¿Por qué elegisteis este lugar
para la creación de nuevas canciones?.
Por la necesidad de aislamiento para desarrollar el trabajo. El Monasterio
de Veruela reúne todas las características que necesitábamos
en ese momento en lo profesional, pero también, y muy importante,
en lo personal de todos nosotros. O mejor dicho, de los tres que quedamos
en el grupo.
El Monasterio nos atrajo de un modo irracional: una mezcla de azar, necesidad
vital, atracción espiritual, y artística, nos condujo hasta
él. El Monasterio ha sido el lugar donde morir y renacer de nuevo;
el lugar donde abandonarnos a una metamorfosis de donde surgiera un nuevo
grupo; el lugar donde dejar nuestra antigua piel, para comenzar una nueva
vida, una nueva etapa, un primer disco, y no el último y nuevo
de una larga lista. Hasta estuvimos pensando muy seriamente y durante
mucho tiempo en cambiar de nombre. Aunque, al final, nos dimos cuenta
de que seguíamos siendo y seguíamos sintiéndonos
al máximo Distrito 14, aunque ahora peferimos denominarlo solo
con letra: distritocatorce.
-Es difícil imaginarse la vida de rockeros como vosotros
asuetos como monjes en un ambiente tan religioso como en el que os encontrabais.
¿Cómo era la vida dentro del monasterio?.
En el Monasterio de Veruela no hay monjes desde los años 70. Pertenece
a la Diputación Provincial de Zaragoza que nos dio el permiso para
vivir allí. Fueron tres meses solos los tres, con un responsable
de la Diputación al que asignaron para estar con nosotros. Dándose
la feliz casualidad de haberlo conocido años antes durante una
gira en Cuba, un gran tipo.
En esos tres meses de crudo invierno el Monasterio apenas recibía
visitas, asi que estábamos siempre solos, con alguna esporádica
aparición de alguno de los dos encargados del lugar, que nos trataron
siempre de maravilla. Pero a las seis de la tarde ya ni eso. Se cerraban
las puertas y allí nos quedábamos. Fuera del transcurrir
del mundo por completo. Grabando, tocando cada uno por separado, escribiendo,
leyendo, paseando, pensando, soñando. En definitiva, poniéndonos
en contacto cada uno con nuestro interior, algo para lo que no habíamos
tenido ni un instante en años. Conseguimos reflexionar y pensar
en todo lo que habíamos hecho durante tantísimo tiempo de
constante gira. La necesidad de reencontrarnos con nuestro pasado era
esencial, con el pasado lejano, pero también con el pasado reciente
que no habíamos tenido tiempo de revisar. El estado de velocidad,
de excitación permanente, que traíamos con nosotros de los
EEUU, y que fue tan positivo y necesario durante millas y años,
nos podía haber hecho finalmente mucho daño si no nos hubiéramos
detenido a tiempo. Y el Monasterio fue el mejor sanatorio para el alma
que podíamos haber encontrado.
Para nosotros en ningún momento el Monasterio tuvo, o tiene, el
único sentido católico que parece albergar. Sino un claro
sentido espiritual al margen de creencias, un lugar donde ponerse en contacto
con uno mismo para avanzar, para crecer como personas, para ganar en humanidad.
Es un lugar muy especial, te lo aseguro. Cualquiera que vaya allí,
con un poco de sensibilidad, lo puede sentir, sea de la creencia que sea,
o no tenga ninguna, da igual.
-Me imagino que a pesar de estar aislados del mundanal ruido debieron
ocurrir bastantes anécdotas (incluso tal vez alguna aparición
fantasmal: Gustavo Adolfo Becker escribió allí “Cartas
desde mi celda”). ¿Podrías contarnos alguna?.
Llegamos definitivamente allí un 14 de Diciembre. El de más
frío en años. Catorce grados bajo cero. Estuvimos un rato
ensayando, alucinados por estar allí, claro. Todavía no
acabábamos de creérnoslo. Solos en aquél inmenso
Monasterio con un kilómetro de murallas alrededor. El lugar donde
ensayábamos estaba muy próximo al claustro y a la iglesia.
Después de la toma de contacto inicial con el equipo que habíamos
instalado para ir grabando los ensayos, subimos a cenar a un gran salón.
Y recuerdo aquella primera cena, los cuatro solos entre aquellas enormes
estancias, inacabables pasillos, la noche, la oscuridad, el frío
afuera. Nuestras habitaciones estaban cercanas a los ensayos. Después
de cenar acudí a mi habitación a por algo. La sensación
al estar solo, por primera vez allí, era muy intensa: un poco de
sobrecogimiento, pero a la vez una gran paz; y una gran alegría;
y una sensación de estar en una burbuja de tiempo, como si éste
se hubiera detenido completamente; como si todos los aconteceres de la
vida, y el mundo, permanecieran suspendidos para darnos tiempo a recuperarnos
de un gran cansancio que, de no remediarse, nos impediría llegar
con bien, y con serenidad, a los aconteceres de la vida que hubiera por
venir.
Regresé al salón y bajamos de nuevo para seguir tocando
un poco más. Eran nuestros primeros acordes en el Monasterio. Apasionante.
Y de repente se fue la luz. La oscuridad total. Un gran ruido de agua,
como si hubiera una catarata allí mismo, al lado. Eduardo, el responsable
de la Diputación tenía una linterna. Encontró los
fusibles, nada, no había manera de solucionarlo. Mientras tanto
seguíamos oyendo aquel ruido de agua. Intentamos ver qué
sucedía. Con la linterna, y algunas velas, subimos por las escaleras
de donde procedía aquel ruido. En efecto, caía mucha agua
desde la parte de arriba de las escaleras. No entendíamos qué
podía haber pasado, que mala suerte. Temerosos de que aquello pudiera
significar el fin de nuestra estancia allí, el primer día,
nada más llegar, y un desastre. La oscuridad era completa, el frío
se apoderaba de las estancias. Sin saber qué hacer, pero a la vez
con la tranquilidad de no haber hecho nada que pudiera causar aquel estrago.
Eduardo llamó a uno de los encargados del Monasterio que vive en
un pueblo cercano, en Vera de Moncayo. Y cuando éste llegó
descubrieron el problema. El intenso frío de aquella noche de nuestra
llegada había congelado el agua en las tuberías, y una había
reventado. El agua que escapaba por la rotura, y caía en catarata
por las escaleras, había llegado hasta unos cables en otra estancia,
y había producido un cortocircuito produciéndose el apagón.
Esa fue nuestra llegada.
A la mañana siguiente, nuestro primer despertar en el Monasterio,
nuestra primera e inolvidable mañana. Solo hubo bromas por parte
de los encargados y del personal por lo acontecido. Fue un comienzo intenso
de verdad. Pienso que el Monasterio te pone a prueba, y una vez que te
concede la entrada se convierte en un hogar inolvidable y entrañable,
a pesar de su aspecto austero, frío e inhabitable. Aún recuerdo
cuando solicitamos el permiso a la Diputación para aislarnos allí.
Nadie entendía cómo era posible que quisiéramos quedarnos
aislados en pleno invierno en un lugar asi. Y hoy te aseguro que ha sido
una de las experiencias más bellas e inolvidables en nuestra vida.
Qué gran fortuna haber tenido la posibilidad de estar allí,
en aquél momento, en aquél invierno.
-El disco lo habéis grabado principalmente en los estudios
Sonoland de Madrid, aunque hay preproducciones y ambientes grabados tanto
en el monasterio de Veruela como en EEUU. ¿No es más fácil
elegir un solo lugar para hacerlo todo?.
Cada lugar y cada persona con la que se ha trabajado en este disco han
sido una elección muy meditada. Ha sido un largo trabajo que comenzó
en Chicago con una primera preproducción con Jack Letourneau. Y
que luego continuó con el retiro en el Monasterio. Hasta aquí
la preproducción, excepto en un par de canciones que preparamos
en Muel, al lado de Zaragoza y cerca de Fuendetodos, donde nació
Francisco de Goya.
La grabación estaba claro que iba a ser en Sonoland, nuestra segunda
casa, y con Carlos Martos como productor. Es con quien hemos trabajado
más discos. Él nos entiende, nos entendemos profesional
y personalmente, nos queremos mucho. Y un disco como éste solo
podía estar trabajado de esta manera. Todos: grupo, músicos,
productor y el ingeniero de sonido, que ha sido Héctor Sagrario,
hemos sido y somos lo mismo, todos somos distritocatorce cuando estamos
grabando. Eso es lo que queremos, y por eso hemos podido hacer un trabajo
lento, muy lento, que nunca encontrábamos el momento de terminar.
Hemos hecho paradas para ir valorando lo que se iba haciendo; trabajando
los aspectos que menos relieve habían cobrado; dando tenues pinceladas,
que en una grabación convencional, o en una en directo, no es posible
detallar. Un placer de grabación. No sabes la satisfacción
que nos ha dado este trabajo. Esta grabación era la que siempre
habíamos soñado. Y creo que, después de esto, ya
no vamos a querer grabar de otra manera.
-En el primer single que ha salido de este disco, “Valium
y Champagne” contáis con una colaboración de lujo:
Antonio Vega. ¿Cómo surgió esta colaboración?.
En un intervalo de nuestra grabación, Carlos Martos produjo a Antonio
Vega dos canciones para su unplugged. Y, sin decirnos nada, le puso el
trabajo que estábamos haciendo y le gustó mucho, mostrándose
dispuesto a colaborar si queríamos. Cuando Carlos me lo dijo no
lo podía creer. De hecho no lo pude creer hasta que se hizo realidad,
y aún con todo, creo que ni siquiera ahora lo puedo acabar de creer.
Es un honor, un placer, una sensación de alegría, incapaz
de ser contenida en palabras, lo que me produce que Antonio Vega esté
en este disco.
-Parece que al fin en España os están teniendo más
en cuenta, incluso se ha llegado a emitir vuestro primer vídeo
clip en canales musicales como MTV ¿Cómo está siendo
la promoción del disco a nivel tanto nacional como internacionalmente?.
Está siendo de verdad, quiero decir, sin campañas de marketing.
Eso significa una gran limitación, pero a la vez se está
produciendo otra promoción que nos llena de satisfacción,
el boca a boca, y promoción con más verdad que esa no existe.
Y los medios donde estamos apareciendo están difundiendo el disco
sin tarifas, sólo porque les ha gustado.
Seguimos, por tanto, siendo independientes, a pesar de haber sacado el
disco con DRO. La promoción está dirigida por Jorge Dávila,
que desde siempre ha trabajado con nosotros. Él está llevando
a cabo este trabajo desde Get In, que es la agencia de management que
nos representa desde hace unos meses y que nos hace sentir que sí,
que vamos a dedicarle la concentración a nuestro país, después
de tanto tiempo sin haberlo hecho.
Internacionalmente, en el caso de EEUU, es una cuestión que para
nosotros no está separada de España. Pensamos en Zaragoza,
Madrid, Jaen, New York, Chicago, San Sebastián, Los Angeles, Barcelona...
no establecemos una separación, solo que esta vez va a ir por partes.
Allí, en principio, creo que haré una incursión en
solitario, con mi guitarra a cuestas, a principios de la primavera que
viene, en varias ciudades. Será como anticipo de la edición
norteamericana del disco, que ya estamos negociando. Después vendrá
una nueva gira de todo el grupo, que supongo será a finales del
año que viene.
-Después de haber hablado sobre vuestro último disco,
me gustaría hacer un repaso por vuestra carrera: La verdad es que
empezaste muy joven con esto de la música (el primer concierto
lo diste con tan solo 12 añitos). ¿Qué te motivó
a coger una guitarra y empezar a componer tus propias canciones?.
Crecí atraído, o mejor, atrapado por la música. Desde
que tengo uso de razón la música se queda pegada a mis oídos.
Había, ya entonces, melodías que yo inventaba en cualquier
momento, andando por la calle por ejemplo. Recuerdo un día con
ocho años, cuando comenzaba a aprender guitarra con Alberto, con
quien años después formé Distrito 14: Ibamos andando
por el barrio con otros amigos, y yo canturreando melodías que
surgían de mí de forma instintiva, directa, y sonaban extrañas,
muy extrañas a quien las escuchaba. Aunque ahora no las recuerdo
claramente, sí me queda la sensación de que no eran muy
diferentes de las que después con los años he ido componiendo.
O, al menos, estoy seguro de que no tenían nada que ver con el
tipo de melodías que se escuchaban en la radio en aquellos años.
Así que me temo que, entonces, fue la guitarra la que me cogió
a mí y no yo a la guitarra.
-En muchas de tus canciones evocas a tu niñez. Me imagino
que debió de ser una etapa muy feliz de tu vida, ¿no?.
Enormemente feliz, allá en el barrio de La Jota. Este era entonces
como un pueblecillo alejado de la ciudad. Tuve la fortuna de poder correr
por las calles sin coches, por los campos, de descubrir casas abandonadas,
en fin, de descubrir la vida en medio de un lugar lleno de enigmas para
los ojos de un niño. Una verdadera aventura diaria. Sin necesidad
de dinero éramos felices en un lugar que para nosotros era paradisíaco,
a pesar de que con lentitud algunos agujeros de hormigón, nuevos
asfaltos y pérdidas de antiguos cañales y lugares de aventuras,
se fueran produciendo.
Sé que fui muy afortunado. Aquellos largos veranos, que intensidad,
que emoción, que descubrimiento paulatino del mundo a medida que
iban transcurriendo los años y, poco a poco, todo se iba transformando:
nosotros, el barrio, nuestros deseos, ocupaciones, amistades, nuestros
primeros sueños... en fin, la vida en libertad bajo el cielo, en
las orillas de los ríos. Que gran fortuna tuvimos los que tuvimos
una niñez así. Una fortuna que no se agota nunca, en toda
la vida.
- Al principio tocaste en algunos grupos con tus amigos del barrio.
Me imagino que al igual que el primer amor, la primera actuación
en tu vida no la habrás olvidado. ¿Qué recuerdas
de aquel primer concierto?.
Como bien dices, es uno de los recuerdos que, en mi vida, más fuertemente
grabados se encuentran. Y aún más la mañana siguiente
a aquel concierto. El despertar sin acabar de creer que se hubiera producido,
que realmente hubiéramos actuado ante un público, el del
barrio, entusiasmado. Aquella mañana siguiente la tengo grabada
a fuego para siempre: Una mañana soleada, muy luminosa, de luz
blanca. Recuerdo caminar por la calle donde nací, la calle de Los
Caracoles. En la esquina habían instalado un carrusel para los
niños, que aún no estaba abierto, y desde el fondo de la
calle surgía una melodía, una canción de Pink Floyd,
“Have a Cigar”, que llegaba desde la sinfonola de unos futbolines.
Ya ves que clase de repertorio tenía la sinfonola aquella de nuestro
barrio, no estaba mal ¿No?. Era el día de Navidad.
La noche anterior, Nochebuena, a la una de la madrugada aproximadamente,
habíamos tocado mis amigos y yo, entonces el grupo Zen, por primera
vez en nuestra vida, en la puerta de la iglesia del barrio. Puro rock,
con canciones nuestras y algunas versiones como “Night in White
Saten” de Moddy Blues, o cómo no, “Smoke and the Water”
de Deep Purple, “Oye Cómo Va” y “Black Magic
Woman” de Santana, o “Abre la Puerta Niña” de
Triana. Tenía entonces doce años y desde entonces supe a
qué me iba a dedicar durante toda mi vida.
-Unos años después, en 1982, nace Distrito 14 para
actuar en el “Primer Concurso de Rock Ciudad de Zaragoza”.
¿Que recuerdos tienes de aquello?
La ilusión desbordante de todos los grupos que participamos. Casi
todos nos conocimos entonces y resultó que éramos un montón.
El éxito de público fue enorme. No ganamos aquél
concurso a pesar de que todo el mundo nos daba por ganadores, no importó.
Aquello fue el germen de todo lo que ha sucedido musicalmente en Zaragoza
durante muchos años, y desde luego nuestro principio como Distrito
14.
En cuanto a aquella primera actuación, en el concurso, la recuerdo
con el mayor cariño. Nuestra primera formación, la fuerza
que desarrollamos sobre el escenario. La primera vez que teníamos
la oportunidad de mostrar nuestra forma de hacer las cosas, y la respuesta
emocionante de verdad. Eran nuestras primeras canciones como Distrito
14. Que bellos e intensos recuerdos.
-Luego llegaron más actuaciones y concursos, pero lo más
llamativo ocurrió en 1984 cuanto se os presentó la oportunidad
de grabar un disco nada más y nada menos que en Frankfurt (Alemania).
Allí os plantasteis y en dos meses lo grabasteis e incluso actuasteis
por bares de allí. ¿Cómo fue vuestra estancia en
Frankfurt?.
Un choque emocional y de crecimiento personal, en todos nosotros, muy
fuerte. Fueron cuarenta días de grabación y, a nuestro regreso,
ya no éramos los mismos. Es como si hubieran pasado años.
Fue nuestra primera salida de España como grupo y nos marcó.
Vaya que si nos marcó. Nos rompió las cadenas, nos acercó
al mundo. Fue un gran salto que seguro hizo posible los saltos posteriores.
Cuando estábamos muchos años después en los EEUU
me daba cuenta de vivir muchas emociones, incluso muchos hechos, que ya
se produjeron en aquél primer viaje a Alemania y que no había
vuelto a recordar.
-Lo curioso e irreal es que, por problemas ejecutivos y de criterio
artístico, del disco tan solo llegó a editarse una copia.
Muchos seguidores del grupo están deseando escuchar este disco.
¿Habéis pensado, con la tecnología actual, editarlo
al fin?. Si es así, ¿para cuando?.
Te aseguro que desde siempre hemos tenido claro que ese disco algún
día va a salir a la luz. No sé cuando, pero saldrá,
en su momento. No fue entonces y no ha sido hasta ahora. Veremos cuando
llega. Puede ser el mes que viene, o el año que viene, o dentro
de diez años, no lo sé. Será cuando sintamos que
es el momento.
-La
desilusión por no editar el disco me imagino que debió de
ser muy grande, incluso os disolvisteis y formaste otro proyecto bajo
el nombre de “Pécora Jarris”, aunque fue una etapa
pasajera ya que pasados unos años “Distrito 14” vuelven
con fuerzas renovadas. Sin lugar a dudas sois una banda que ha sufrido
y superado mas de mil obstáculos y dificultades. ¿Qué
les diríais a los grupos que tropiezan ante la primera piedra y
deciden tirar la toalla?.
Si alguien decide tirar la toalla ante el primer obstáculo no voy
a ser yo quien le diga que no lo haga. Al contrario, le animaría
a ello.
En cuanto a aquél disco de Alemania no hubo desilusión por
mi parte por no sacarlo, y no porque el resultado no fuera bueno. Al contrario,
conseguimos hacer un disco espectacular. Pero he de reconocer que no me
sentí identificado con lo que aquellas canciones expresaban una
vez que regresamos a casa. Era como si en ese disco se hubiera reflejado
una parte de mi vida que sentía superada, que había quedado
atrás; como si mi vida en lo personal también se hubiera
visto sacudida, dividida en dos. Mi vida antes del viaje a Alemania y
mi vida después. Y no me sentía capaz de defender aquello
que habíamos grabado, porque pertenecía a una forma de entender
el mundo que, a pesar de haber sido concebida por mí, ya no era
la mía.
Fue una dura decisión, por encima de la subsistencia económica
del grupo. En ese sentido de verdad que lo siento, pero creo que fue decisivo
para evolucionar, para aprender, y que lo que pareció una locura
era simplemente seguir los dictados del interior, de la conciencia. Sin
embargo, ahora no me importaría que el disco se editara y que la
gente lo pudiera escuchar. Aunque difícilmente creo que podría
interpretar en directo alguna de aquellas canciones.
-Al fin en 1992 conseguís otra oportunidad, pero esta vez
con la multinacional Emi con la que editáis “El cielo lo
sabe”. Una de las personas fundamentales que os ayudó para
entrar en la compañía fue Bunbury. Incluso creo que llegó
a movilizar a periodistas y gente de la compañía de discos
para que se fijaran en Distrito 14. ¿Cómo se produjo este
apoyo por parte de Enrique?.
Habíamos grabado una maqueta con Ollie Halsall. Para mí
el trabajo con Ollie fue otro de los sueños que se han hecho realidad
a lo largo de nuestra carrera. Para quien no lo conozca recomiendo escuchar
su guitarra en los discos de Kevin Ayers, por ejemplo. O en la versión
acústica de “Días de Gloria”, en un minielepe
previo que sacamos con EMI, como bien dices. Esa fue la clave, aquél
trabajo con Ollie y su resultado artístico.
Aquella maqueta fue movida en compañías discográficas
por gente vinculada con la música que creyó en nosotros,
como Sandro Dangeli, entonces en Radio Zaragoza, o Bunbury, con quien
siempre hemos mantenido muy buena amistad, a pesar de nuestras diferencias
de concepto en lo profesional. Él defendió nuestra maqueta
en EMI, algo que siempre le agradeceremos, y posteriormente decidimos
firmar por esta compañía, aunque había dos compañías
más que querían ficharnos. Y tal vez, fíjate por
donde, pienso que aquella decisión pudo no ser la acertada, aunque
nos dio a conocer a gente encantadora como Mónica Navarro, que
estaba trabajando en la compañía y al poco decidió
abandonar su trabajo y convertirse en nuestra manager.
-De hecho en el disco Bunbury colabora haciendo los coros en dos
grandes canciones: “Bajo el huracán” y “El final”.
¿Qué tal fue la experiencia de trabajar con él en
un estudio?.
Entonces coincidíamos mucho en algunos bares de Zaragoza y la alegría
nuestra y suya por nuestro fichaje por EMI aún nos unió
más. Una de esas noches en que acabábamos por ahí
a las tantas de la madrugada, se me ocurrió que podrían
quedar bonitos unos coros suyos en un par de canciones. Y allí
mismo decidimos que íbamos a probar y que si no nos convencían
- a él o a nosotros - los quitaríamos. Pero llegó,
cantó, nos gustó como habían quedado y ahí
están grabados para siempre. Creo que fue una buena experiencia
para todos.
-Aparentemente la voz de Bunbury y la tuya son diferentes, sin
embargo encajan perfectamente en el resultado final (solamente hace falta
oír las canciones). ¿Quién eligió esas dos
canciones para que Bunbury metiera su voz, vosotros o él?.
Él y yo.
-
Creo que “El cielo lo sabe” es un disco de referencia en la
música salida desde Zaragoza. Para argumentarlo me remitiré
a una opinión de Matías Uribe (periodista y crítico
musical) que aparece en su libro “Polvo, niebla viento y rock”
(2203): ““El cielo lo sabe” sigue siendo a estas alturas
el mejor y más completo disco de pop-rock fabricado en estas tierras
en toda su historia: excelente literatura y fabulosas canciones pop”.
Con el paso del tiempo, ¿qué tal ves este disco?.
Siento decirte que casi nunca vuelvo a escuchar los discos que hacemos
una vez están terminados. Pero pienso que todos los posteriores
han ido superando a sus antecesores. Si no no hubiéramos seguido
sacando discos. Aunque hay enlaces emocionales que se hacen con unos u
otros. Y en ese sentido te puedo decir que cada disco de los que hemos
hecho es para mí igualmente querido, igual de importante, clave
en nuestra evolución, y aquél “El cielo lo sabe”
sin duda lo fue. Pero pensando más en lo que expresaba, en el fondo,
que en la forma.
-A pesar de ser una obra magistral, Emi sufre cambios y crisis
que finalmente desembocan en la salida del grupo de la compañía.
Nuevamente os veis casi en la misma situación de hace unos años.
¿Qué os motivó para seguir hacia adelante con el
grupo?.
La ilusión y la total confianza en nuestro trabajo. Y esto lo da
saber que lo que haces lo haces con verdad.
-El grupo empieza a componer nuevos temas y al fin algo de suerte
os sonríe (con ello tuvo algo que ver John Evans, ver biografía).
Decidís montar vuestra propia discográfica para autoeditar
en 1995 vuestro segundo (tercero, ya sabéis por qué...)
“La calle del sol”. ¿Cómo pudisteis llevar este
doble trabajo de mantener una discográfica y presentar el disco?.
No lo sé. Y todo gracias a nuestro querido John Evans.
-“La calle del sol” a pesar de tener casi 10 años
suena fresco y actual. Si tuvieras que volver a grabarlo de nuevo, ¿qué
cambiarías?.
Ahora no podría volver a grabar ese disco. Esas canciones pertenecen
a aquél momento, y es el reflejo de un período de vida.
Por tanto no cambiaría nada de ese disco, ni de ningún otro
de los que hemos grabado. Están ahí para ser escuchados
siempre, pero solo pudieron ser hechos cada uno en su momento, son un
cuadro, un libro terminado. Y la interpretación en directo de esas
canciones, con el tiempo, se va transformando hasta llegar a sonar muy
diferente. Pero con ese punto de origen, inamovible, que es la fijación
en un disco para siempre.
-Tras esto ocurre algo inusual. Por una casualidad de la vida,
al grupo le surgen conciertos por Cuba. ¿Cómo recibiste
esta noticia y cual fue tu primera reacción?.
La noticia nos la dio Alberto a Enrique y a mí. Fue en una mañana
de primavera del 96, sentados en un banco de una calle de nuestro barrio:
El dueño de una sala de actuaciones zaragozana, donde habíamos
tocado hacía poco, había ido a Santiago de Cuba por cuestiones
de arte pictórico y llevaba consigo nuestro disco “La Calle
del Sol”, que le gustaba muchísimo. Casualmente lo dio a
escuchar al director del Ateneo Cultural de Santiago. Antes de su regreso
a España, en el Ateneo, y en la Asociación Cultural Hermanos
Saiz de Santiago, este amigo zaragozano recibió una propuesta para
que nos la transmitiera, una propuesta arriesgada para todos: Una gira
en las provincias orientales en Cuba.
Nunca se había hecho una gira de un grupo de pop o rock extranjero
en aquella parte de la isla, solo en La Habana habían tocado alguna
vez grupos de pop extranjeros. Cuando Alberto nos contó todo esto
nos quedamos alucinados y pensando ¡Sí!. Los tres decidimos
allí mismo que íbamos a ir para allá, a tomar un
rumbo nuevo y desconocido en nuestra vida y en nuestra carrera. El sentimiento
que entonces tuvimos es indescriptible, una ilusión desbordante.
Había personas al otro lado del océano dispuestas a escucharnos,
a llevarnos en gira con gran riesgo para ellos, no nos olvidemos que aquello
es una dictadura. Y esa puerta la había abierto nuestro disco,
nuestras canciones.
-Hasta allí llegáis y poco a poco la popularidad
del grupo empieza a crecer entre la gente de Cuba que desde entonces os
reciben siempre con los brazos abiertos. Allí me imagino que han
debido de pasaros miles de anécdotas. ¿Cuál recuerdas
con mayor cariño?.
Lo que con más cariño recuerdo es la sensación de
respeto que el público cubano demostró hacia nuestra música.
Incluso nos dieron al final de la gira el Diploma del Pueblo Santiaguero.
No podíamos ni soñar que íbamos a recibir aquél
reconocimiento que tantísima fuerza nos ha dado para poder llevar
a cabo todo lo que ha venido después. Hasta hoy.
Anécdotas podría contarte para llenar muchas páginas.
Un par de años después escribí “Diario de un
sueño” donde conté algunos hechos, sentimientos de
aquellos días y de una segunda gira que hicimos allí, cuando
grabamos el disco en directo. Aquel Diario está incluido en el
disco grabado en Cuba “A mitad del Camino”, que es un libro-disco.
Pero también se puede encontrar en nuestra web www.distritocatorce.com
para quien quiera conocer los hechos cubanos con algo de detenimiento.
-Pero el grupo no solo es popular en Cuba. Tras el sueño
cubano, os lanzáis hacia el país que vio nacer el rock ‘n’
roll: EEUU. Aunque mucha gente no os conozca, sois embajadores del rock
en español por esas tierras (¡¡¡7 giras por allí!!!).
¿Por qué crees que habéis tenido más éxito
en América que en España?.
Porque allí las cosas funcionan de forma distinta. Y a nosotros
esa forma de entender la profesión nos beneficia. La competencia
es abismalmente mayor que aquí, pero lo que cuenta es el trabajo,
la idea, el arte. Por lo tanto todo el mundo debe de empezar desde muy
abajo, que es a lo que fuimos nosotros.
Todo creció como en las películas, desde lo más jodido,
desde el esfuerzo, la velocidad, la falta de dinero y de descanso mínimo.
Todo ha sido tan intenso. Las hemos pasado de todos los colores, ya ves,
hoy somos dos menos en el grupo. Pero los que hemos quedado tenemos muchísima
más fuerza que antes. Y hemos conseguido que todo el que escucha
música rock o pop en español en los EEUU, nos conozca. Me
estoy refiriendo siempre, que conste, al pop o rock en español,
que no tiene nada que ver con el rollo comercial de baladistas, salseros
y pachangueros difundidos desde Miami, que en definitiva es lo mismo que
aquí, todo trapicheo. Y además del aspecto latino de nuestra
andadura norteamericana, hemos tenido la fortuna de entrar también
en el lado anglo. Aparecimos en periódicos como el Newsday de New
York, o en la revista de la industria musical norteamericana CMJ, o en
Satellite Sirius Radio de New York. Solo esto puede darte una idea de
la dimensión tan diferente a lo ocurrido en España, hasta
ahora.
-Vuestra discografía se complementa con tres directos muy
representativos grabados en diferentes países: 1º “Noches
con sol” (Zaragoza, 1997), 2º “A mitad del camino” (Cuba,
1998) y 3º “Live in Chicago” (2000). ¿Podrías
hablarme brevemente de tu opinión sobre cada disco?.
-1º: El reflejo de lo que nos hizo crecer como músicos el reconocimiento
en aquella primera gira cubana.
-2º: Mi disco preferido tras “El sueño de la Tortuga”.
Es como una introducción en acústico a este último,
un primer destello.
-3º: La energía, la fuerza, el desgarro y la velocidad norteamericana.
Fue la celebración de un grandísimo sueño hecho realidad.
Nuestra segunda gira en los EEUU que llegaba a su fin, una gira que habíamos
comenzado desde la nada en New York, con tan solo una actuación
programada a priori y que había crecido sin parar hasta terminar
con la grabación de un disco en directo. En aquella gira del 99
estaba previsto que acudiéramos a California de nuevo, a Texas,
Nuevo Méjico etc. y sin embargo no pudimos movernos de New York
y Chicago. Y eran los sitios más difíciles, que en principio
parecía que iban a ser solo el comienzo. De un sitio al otro durante
tres meses, con residencia en los dos lugares. Solo tuvimos tiempo de
hacer algunas actuaciones en Washington.
-Tras este repaso, volvamos al presente: una de vuestras actuaciones
más emotivas y especiales se llevó a cabo el pasado 3 de
octubre en el Monasterio de Veruela. ¿Cómo viviste esta
experiencia desde el escenario?.
Con la mayor tranquilidad y satisfacción que te puedas imaginar.
-Para mí fue una tarde inolvidable y llena de magia. Además
fue un detalle muy grande por vuestra parte organizar el concierto de
forma gratuita y encima alquilar un autobús para llevar a la gente
desde Zaragoza hasta el monasterio. ¿Cómo surgió
la idea de organizar algo así?.
Queríamos tocar las canciones de “El sueño de la tortuga”
ante el público, pero dándole la oportunidad de penetrar
dentro del caparazón, en el lugar donde fue gestado, en el útero,
en el Monasterio, junto a nosotros. En el lugar que tanto nos ha dado
personal y profesionalmente. Un lugar que siempre aparecerá ligado
a nuestra carrera. Un lugar fuera del mundo donde poder hacer un paréntesis
para mostrarnos en una casa única y especial, en el hogar donde
se fraguaron las nuevas canciones.
-Algo que me resultó extrañó fue que no tocarais
ninguna canción de vuestro segundo disco (tercero en realidad)
“La calle del sol”. ¿Por qué no rescatasteis
ningún tema de este fabuloso disco?.
Teníamos pensado hacer “El sabor de mi pasado” para
terminar, en un segundo bis, pero los aplausos al final de “Días
de Gloria” fueron tan grandes; el entusiasmo del público
puesto en pie fue tan desorbitado, que tuvimos que ir al borde del escenario
a aplaudirles nosotros también, a todos los que nos habían
hecho pasar una velada tan maravillosa, tan inolvidable. Después
de aquello creímos que el mejor punto donde dejar el concierto
era ese.
-En el concierto comentaste que habías pasado momentos
de bajón compositivo. ¿Qué proceso sigues a la hora
de crear una canción?.
No es exactamente un momento de bajón compositivo a lo que me refería,
sino una paranoia que me acompaña en los momentos, en los espacios
de tiempo, en los que no hago una canción. Y esos espacios ocurren
durante largo tiempo entre cada disco. Pero son naturales.
Entiendo la composición como el hecho de respirar. Para mí
componer es la respiración del espíritu. Y es mucho más
a largo plazo que la respiración física. Para poder componer,
o sea expeler el aire de los pulmones, primero hay que recibirlo, primero
hay que inspirar, llenarse de energía, aprender, comprender la
vida o los hechos que te hayan tocado vivir en ese tramo de vida, para
poder luego asimilarlos, y transformar esa energía recibida, hasta
devolverla en forma de canciones, de textos, en poemas. Pues bien, cuando
llevo mucho tiempo seguido inspirando llega un momento en que creo que
no voy a ser capaz de sacar todo ese aire. Es una vieja historia que siempre
me acompaña, qué le vamos a hacer.
-A
pesar de ser un día tan especial, no tuvisteis a ningún
invitado sobre el escenario. ¿Llegasteis a proponérselo
a alguien (Bunbury, Antonio Vega...)?.
Antonio Vega estuvo a punto de venir pero conciertos suyos y la grabación
de su disco finalmente se lo impidieron. La presencia de Antonio era la
que correspondía a este disco, otros invitados en este caso carecían
de sentido. Pensamos en algunos, pero finalmente los descartamos por ser
- además de un concierto - una grabación en imagen y sonido
de este disco “El sueño de la Tortuga”, mas algunas
otras canciones adaptadas especialmente para este día. Concierto
único donde el concepto de grupo, la responsabilidad, y la seriedad,
estaba por encima de todo.
-El concierto se grabó para una futura edición en
DVD. ¿Puedes adelantarnos cuando se editará aproximadamente
y si incluirá alguna sorpresa más?.
Se editará en el mes de Marzo y, además del concierto completo
en el Monasterio, incluirá un documental sobre cómo se hizo.
Además habrá un largo y curioso documental sobre toda nuestra
historia, con imágenes de todos los lugares, de muchas de las personas,
músicos, productores, periodistas, que nos han acompañado
en uno u otro trecho del camino, tanto en España como en Alemania,
Cuba o EEUU. Y en esta historia se incluyen, además, la totalidad
de nuestros video clips, que son unos cuantos.
-Cambiando de tema. Actualmente, ¿qué estás
escuchando?.
El nuevo disco de REM, el Smile de Bryan Wilson y una gran selección
de música clásica contemporánea, de finales del XIX
y siglo XX, que me ha hecho un buen amigo muy puesto en este tema. También
Peter Hammill, que llevaba una temporada sin escucharlo y eso no puede
ser. Y Dalis Car, que también lo he rescatado hace poco, después
de bastante tiempo.
-¿Y leyendo?.
Curiosamente la noticia del nuevo Premio Cervantes me ha llegado releyendo
El Jarama y Las Andanzas de Alfanhui de Sanchez Ferlosio. Que siempre
me parecieron obras sublimes. Otros libros últimamente han sido
también relecturas de Ignacio Aldecoa, Miguel Delibes, Albert Camus,
Julio Llamazares o Rudyard Kipling. Y alguno de nueva lectura “La
hermandad de la uva” de John Fante, “El gran sueño
del paraíso” de Sham Shepard, o “Las Ventanas de Manhattan”
de Antonio Muñoz Molina.
-¿Qué película te ha impactado últimamente?.
Ultimamente, últimamente no. La última que me impactó
fue “El hijo de la novia”. Y también he estado volviendo
a ver neorrealismo italiano del que - no lo puedo evitar- soy un apasionado
y siempre me impacta.
-Para terminar, ¿qué le dirías a la gente
que aún no haya escuchado vuestra música?.
Que lo haga. Que nos escuche a ver qué le parecemos.
-Mariano, ¡¡¡1000 gracias!!!. ¡¡Gracias
por la entrevista y por hacernos soñar con tus canciones!!.
Gracias a ti por querer saber de nosotros y de nuestro trabajo. Ya sabes
donde estamos para lo que haga falta amigo.
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